miércoles, 27 de junio de 2012

¿POR QUÉ EL PRINCIPE AZUL SE CONVIERTE EN RANA ?


Y llega el día en que el príncipe azul no tiene tantas ganas de llevarte al baile y tú no te mueres porque lo haga. ¿Es normal o significa que se ha acabado el amor?

Si tenemos en cuenta las cifras del Instituto Nacional de Estadística que revelan que en el año 2010 se rompieron 110.321 matrimonios, se podría pensar que el amor es efímero y que eso de que hay relaciones que duran toda una vida se queda para los cuentos. Sin embargo, los expertos hacen un llamamiento a la calma.

Numerosos estudios han demostrado que lo que sucede durante los primeros meses de enamoramiento de una persona es que nuestro organismo segrega más adrenalina y una mayor cantidad de hormonas que nos hacen buscar más el contacto físico. Sin embargo, ese “subidón” hormonal dura un tiempo, aproximadamente unos tres años.

¿Y después? ¿Se acabó el amor de tanto usarlo? La respuesta es no. Lo que sucede es que pasamos del enamoramiento al amor, a una fase mucho más madura. Dejamos de ver a la otra persona como hemos querido verla hasta ese momento y aceptamos sus defectos y limitaciones, sin disfraces.

Esto no significa que el deseo quede anulado, lo que sucede es que pasamos a un amor más racional en el que somos conscientes de la importancia en nuestra vida de la persona que tenemos al lado y, sobre todo, de que hemos hecho una elección y no queremos buscar otro príncipe fugaz.

La relación de pareja se estabiliza y la otra persona deja de ser lo único o el todo para convertirse en el complemento perfecto, en la pieza irremplazable de nuestro puzzle. Este cambio no significa que la pareja se vuelva aburrida o rutinaria, ya que de ser así no existirían personas que pasan la mayor parte de su vida juntas.

¿Entonces, lo del príncipe y la rana? Más cosa de cuentos que otra cosa. Las relaciones cambian, se puede dejar de sentir amor por la otra persona, pero debemos ser conscientes de que nadie pasa de ser lo mejor a lo peor de una día para otro.

Los psicólogos advierten que cuando establecemos relaciones de pareja, en muchas ocasiones, buscamos llenar nuestras carencias con cualidades que atribuimos al otro. Además, factores como el trato que hayamos tenido en la infancia con nuestros padres, por ejemplo, marca la forma de relacionarnos con otros y afecta, también, en la manera de afrontar el fin del amor.

El amor empieza, se transforma, perdura o termina. El problema está en saber diferenciar el simple cambio del final y, para eso, según los expertos, solo hay un camino: la comunicación con la otra persona.

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